ahí está ella, rosa, la criatura eterna y absurda que nació el mismo día que el mesías, porque, claro, su ego no habría soportado menos. pero qué ironía más cruel: compartir fecha con el tipo que acapara TODA la atención, las luces, las canciones, incluso el incienso (sí, rosa, hasta eso). ella llegó al mundo como un regalo mal envuelto, con cinta adhesiva torcida y sin tarjeta, mientras el mundo se inclinaba hacia un pesebre. y desde entonces, rosa y la navidad han sido amantes y enemigos en un bucle infinito. imaginemos por un segundo que rosa, en uno de esos delirios de grandeza que tiene mientras mezcla vino con polvorones, decide que este año va a reclamar su lugar en el cosmos navideño. no más "¡feliz navidad!" vacío y protocolario. no más "bueno, ya que estamos, feliz cumple también." no, este año rosa quema el árbol. literal y figuradamente. coloca las luces navideñas en espiral alrededor de su cuerpo y se convierte en su propio cometa de fuego, gritando por...